lunes, 16 de marzo de 2009

El Hambre como Símbolo Político

La concepción de la unión de los países del mundo para afrontar la crisis existentes, no necesariamente los ha integrado, porque todo el accionar de los personajes que deben guíar los destinos de una nación, se reducen a sus beneficios personales o de grupo sin considerar que sólo en el Perú existen 13 millones de pobres, quienes ávidos esperan ser incluidos en un Estado representativo con mayor dinamismo y justicia social.Estudiosos sociales, Henri Acselrad e Isabel Carvalho, sostienen que en el mundo de los humanos, nada es natural.

Al igual que los mecanismos biológicos de producción y reproducción de la vida, están fuertemente condicionados por las formas a través de los cuales los seres humanos se relacionan entre sí en su vida y en sociedad considerando sus objetivos e intereses.

El hambre, acto biológico, es una producción de los propios humanos que habitan un mundo potencialmente capaz de suplir las necesidades alimentarias de todos los habitantes. Porque es la resultante de cómo una sociedad está organizada y es reproducido también por los mecanismos de la política, como expresión de las relaciones de poder que establecen entre sí los diferentes actores sociales.Este hecho puesta en cuestión, sirve como lema de una retórica tradicional y convincente, que suelen utilizar muchos políticos y religiosos. Todo indica , que no quieren entender y comprender que la condición no transforma, porque los que tienen carencia alimentaria o viven en pobreza y miseria no generan una identidad colectiva, marginada de los procesos sociales y económicos, sino pueden realizar acciones políticas que apunten hacia cambios sociales.

Peter Drasker subraya: los pobres no necesitan que les hagan recordar sobre su condición sino que los capaciten para producir. Premisa, que debe orientar a definir adecuadamente las políticas subsidiarias en el país, con la finalidad de convertir a la población, en entes participativos de la articulación de objetivos conduncentes a la producción y, convertirlos en seres proactivos, prospectivos y no parasitarios.Este acto políticamente nuevo, debe abrir campos de posibilidades para combatir el hambre, que es una expresión material, y de las más crueles de negación del ser humano.

Las metas deben proponer el afianzamiento de las expectativas de la población, induciéndoles a la cultura de la confianza con políticas sociales, que los reconozcan como sujetos de derecho, en un Estado democrático promotor de desarrollo e incluyente.
MG. ORLANDO SALINAS LÓPEZ